Una noche, cuando estaba sola en casa, me desperté asustada y sudando: me temblaba todo el cuerpo.
Mientras recobraba el sentido en la oscuridad, pensé en mi pesadilla, que era totalmente descabellada: un ratón con enormes dientes se reía de mí porque no sabía cocinar. Me enfadé y empezó a perseguirme, chasqueando los dientes con tanta fuerza que las paredes temblaron.
Me prometí a mí mismo que nunca más intentaría quemar mi cena antes de ir a dormir...