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Il y a 2 textes et un sujet d'expression écrite

Manos

Félix Kaufman y Carlos Schmerkin presos en la cárcel de Devoto durante la dictadura de Videla en Argentina relatan la vida en prisión.
La cárcel es un aparato de aislamiento pero el ser humano es ante todo comunicación. Es difícil sino imposible vencer esa pulsión.
Las manos son un medio. Rápidamente conocíamos la representación alfabética y sin emitir sonido dialogábamos con ellas a distancias increíbles.
En Devoto había un pabellón de presas políticas. Distaba tal vez 150 metros del nuestro. A través de las rejas hablábamos. Durante los recreos, hasta teníamos el increíble privilegio de verlas. Debían ser hermosas; en todo caso, nos lo parecían, sin duda. Era difícil no enamorarse un poco.
Dialogábamos, con humor, con ternura. Por supuesto: discutíamos de política. Había matrimonios separados por muros y rejas. Había compañeros de partido. Las novedades iban y venían.
Con la Tana, que el tiempo demostró que era tan bella como yo me la imaginaba (la imaginación era más precisa –y más potente– que la visión), hablábamos de literatura y hasta de mitología, una manía con propósitos seductores, creo.
Los guardias del muro nos veían y se enfurecían. una vez uno me amenazó. No le di importancia, hasta que disparó, es de suponer, al aire. Brusca desaparición de manos que dibujaban frenéticamente sueños en el aire.
El Chiche Veiga, personaje tan petiso y como increíblemente distraído, tenía su esposa en el pabellón de las compañeras. Una vez entre tantas, se «entrevistó» con su compañera, esto es, se encontraron sus manos en el aire. Dialogaron animadamente durante un largo rato. Hasta que «ella» le preguntó: ¿pero vos quién sos? No era la esposa, sino otra compañera…
Félix Kaufman y Carlos Schmerkin, «Manos », La Paloma engomada, 2004.


12 años de silencio

El autor rememora el terrible cautiverio de los presos politicos durante la dictadura uruguaya.
Fueron 12 años de silencio, vejaciones e indignidad. 12 años de dolor y castigos. 12 años en los que la locura acechaba. 12 años en los que la desesperanza parecía ganar la partida. 12 años de resistir atrocidades. 12 años en que la determinación y sus pulsiones vitales los hicieron sobrevivir.
En septiembre de 1973, nueve líderes Tupamaros fueron sacados de sus celdas. A los empujones. Pero los detenidos se dieron cuenta rápido que esa era una ocasión especial. No era un paseo de los tantos a los que los tenían acostumbrados. A deshoras, sólo para hacerlos sentir un poco peor. Más allá de la violencia utilizada, de los zamarreos, era un operativo asordinado.
Debía imperar el silencio, que los demás detenidos no se enteraran. Ya en el exterior, en el patio del penal, los militares se sintieron con mayor libertad para ejercer una violencia más ruidosa. Los presos sólo podían guiarse por los sonidos. Antes de extirparlos de sus calabozos, les habían tapado la cabeza. Lo que ellos no sabían era que esas capuchas los acompañarían a lo largo de los siguientes 12 años. Ver la luz del día sería un raro privilegio para ellos; gozarían (en la plena acepción del término) de él pocas veces.
Matías Bauso, infobae.es, 01/10/2018.


le sujet :Participas en una charla sobre las condiciones de vida de los presos durante las dictaduras del Cono Sur. Basándote en lo que has aprendido sobre esos acontecimientos, explica por qué es importante recordar hoy en día lo que pasó durante ese periodo. En unas diez líneas.