Sagot :
El debate actual sobre la inmigración tiene algo surrealista. En efecto, de una parte, todo pasa como si Francia y los políticos franceses acaben súbitamente de despertarse descubriendo que Francia es un país de inmigración, un país multicultural y de melting-pote; por otra parte, a escuchar a los promotores de la ley CESEDA, la inmigración sería el problema n°1 de Francia. El paro, los déficits presupuestarios, el hoyo de la Seguridad Social, la pérdida de indicaciones en el sistema educativo, el callejón sin salida en el cual se encuentran las instituciones simplemente son relegados a un segundo plano por la inmigración. Esto es asombroso por varios conceptos. Cómo, en efecto, tres a cinco millones de inmigrados o de ciudadanos nacidos de la inmigración pueden impedir a este punto a 65 millones de franceses